Un parto prematuro puede ser traumático, no tener permisos pagados hace que sea peor
Desde niña, supe que quería tener hijos. Mi esposo y yo nos casamos cuando éramos relativamente jóvenes y decidimos tratar de tener hijos cuando teníamos veintitantos años, por si acaso no podíamos si tratábamos después de los treinta. Como trabajamos en la industria alimenticia, no íbamos a poder pagar por tratamientos de fertilidad si los necesitábamos.
Cuando nos dimos cuenta de que estábamos embarazados con nuestra hija mayor, estábamos muy contentos pero preocupados de lo que íbamos a hacer cuándo regresara a trabajar. Soy repostera profesional y en ese entonces trabajaba en una cadena importante de hoteles de lujo. El departamento de Recursos Humanos me ayudó mucho a navegar mis opciones. Estaban encargados de programar la licencia por incapacidad para las nuevas mamás. Tendría 6-8 semanas de licencia y recibiría 60-70% de mi salario regular. Tenía pensado tomar por lo menos dos meses de licencia, así que ahorré un poco de dinero para ayudar durante el tiempo adicional que iba a estar libre. Mi esposo trabajaba tiempo completo y nuestra renta no era muy alta, así que no me preocupé de tener suficiente dinero para pagar las cuentas.
Pero hasta los mejores planes a veces no funcionan. Tuvieron que hacerme una cesárea de emergencia en la semana 34 porque desarrollé preeclampsia y esto arruinó todos los planes. Mis síntomas se presentaron de forma rápida y aguda: sentí que algo no estaba bien en la mañana de un viernes, a primeras horas de un lunes estaba en el cuarto de urgencias y mi hija nació esa noche. Me pusieron una intravenosa de magnesio para evitar que tuviera convulsiones debido a la presión alta y no estuve muy lúcida durante los cinco días que estuve en el hospital. Solo dejé que hicieran lo que tenían que hacer y no recuerdo todo lo que pasó pero, 9 años después, todavía estoy tratando de recuperarme del trauma de la situación. Mi hija prematura tuvo que quedarse en el hospital por 35 días y yo terminé tomando 3 meses de licencia en lugar de 2.
No me pareció bien regresar a trabajar cuando mi hija solo tenía 2 meses y ¡encima era prematura! Incluso a los 3 meses, no estaba lista para regresar a trabajar, pero necesitaba el dinero. El salario que recibí durante mis 8 semanas de incapacidad no era mucho. Me di cuenta de que tuve suerte de recibir algo y de tener mi trabajo cuando era hora de regresar. Estaban comenzando a acumularse las facturas médicas por la ambulancia, el anestesiólogo, la evaluación de la terapeuta ocupacional y mucho más. Cada vez que llegaba otra factura, me daba miedo abrirla y ver cuánto era. Es increíble, pero el costo total de los 35 días que pasó mi hija en cuidados intensivos fue más de $250,000. Por suerte tenía un excelente seguro médico, pero tuve que pagar miles de dólares de mi bolsillo principalmente por la atención que había recibido cuando nació mi hija.
Contratamos a una niñera para ayudarnos a cuidar a la bebé en las tardes porque mi esposo trabajaba en las mañanas y yo trabajaba en las noches. La niñera trabajaba 3-4 días cada semana porque era lo que podíamos pagar. No podíamos llevarla a un centro de cuidado infantil convencional porque era muy costoso y solo necesitábamos ayuda unas cuantas horas al día, unos cuantos días de la semana.
Cuando nació mi segunda hija, me hicieron otra cesárea y pude tomar las mismas 8 semanas de licencia por incapacidad que tomé antes, pero esta vez tuve que tomar un mes antes de que naciera porque ya no podía trabajar. Era muy difícil estar embarazada y trabajar en la ajetreada cocina del hotel y estaba exhausta porque no podía dormir mucho y porque tenía que cuidar a mi otra hija. Esta vez tomé dos meses de licencia y regresé a trabajar sin mucho entusiasmo. No podía pagar por cuidado infantil y después de un mes de jugar “pasa a la bebé” con mi esposo, decidí renunciar. Tuve que dejar de trabajar. Era sencillamente muy difícil para todos.
Mi historia no es un ejemplo aislado. Sin acceso a permisos familiares y médicos pagados, los padres se ven forzados tomar la imposible decisión de cuidar a su familia o mantenerlas.
La buena noticia es que los permisos familiares y médicos pagados llegan al estado de Washington en el 2020. Esto significa que los padres biológicos pueden tomar 16 semanas de permiso familiar y médico pagado (y los padres adoptivos o de crianza pueden tomar hasta 12 semanas de permiso médico pagado). Si los padres biológicos experimentan complicaciones durante el embarazo, como en mi caso, pueden tomar dos semanas adicionales de permiso pagado al año. Poder ausentarme al trabajo 16 o incluso 18 semanas, ¡me hubiera quitado un gran estrés de la mente!
Una de las cosas más difíciles de no estar trabajando es la pérdida de ingresos. Todavía hay que pagar la renta, comprar comida y poner gasolina en el automóvil. Tuvimos que usar tarjetas de crédito para llegar al fin de mes y nos endeudamos por ello. Si no me hubiera tenido que preocupar de mis ingresos, me hubiera podido concentrar más en crear vínculos con mi bebé, en descansar el tiempo necesario y en recuperarme. Sí, estás faltando al trabajo, ¡pero es porque acabas de tener un bebé! Se supone que es un tiempo de alegría y felicidad, pero se ve empañado por el estrés de no tener suficiente dinero para llegar al fin de mes. Ningún nuevo padre debe tener que pasar por esto. Con los permisos familiares y médicos pagados, no tendrán que hacerlo.
Conoce más del programa en el blog de MomsRising y en el sitio web de los permisos familiares y médicos pagados (PFML) del Departamento de Seguridad en el Empleo.
Las opiniones expresadas en estos blogs no son necesariamente representativas de las posturas en las políticas de MamásConPoder ni en campañas activas.